sábado, 21 de enero de 2006

Prohibido quitarse los zapatos

Por un televisor de 14 pulgadas y en más de seis idiomas, nos dicen que está prohibido quitarse los zapatos. 10 minutos para eso, cuando solo se necesitaban 10 segundos. Debe ser importante, pensé e intente quitármelos solo para ver lo que pasaba, quizás sonaba una alarma o aparecía la policía. Nunca había meditado tanto antes de quitarme los zapatos.

Me di cuenta que en nuestro viaje en autobús Barcelona-Madrid lo que más tendríamos sería tiempo. Cada cuál lo usaba a su antojo o lo dejaba pasar simplemente. Una boliviana- creo- se lo durmió todo, una gordita española se entretuvo con sus juegos en el móvil. El ecuatoriano de atrás me dejó enfermo con su colección de salsas en Cds. El colombiano del asiento 12 fue el único que vio la película - por un euro conseguías los audífonos para escuchar una peli antigua.
En un momento la peli se paró y la pantalla se puso azul, el colombiano miraba para todos lados, buscando cómplices de su entretención, pero no halló a nadie y su timidez de inmigrante no le permitió reclamar para ver el final de tan apasionante film.
“Vamos a parar 10 minutos” dijo el chofer por altoparlantes. El colombiano se fumo un cigarro y vio al regreso el final de la peli, que se puso en pantalla otra vez. Yo un café con leche. y estirar un poco las piernas. La boliviana ni se bajo.

En un autobús para 40, solo íbamos 15, que queríamos ahorrarnos dinero a cambio de pasar 7 horas en el bus. A pesar de que nadie se atrevió a quitarse los zapatos, salvó un chino que fue corregido por el conductor, a las 5 horas ya había olor a zoológico y una calefacción excesiva, que no ayudaba en nada.

Me leí un par de cuentos y ya entrábamos a Madrid momento de ir al baño a lavarme la cara, por supuesto no había jabón y parecía un malabarista de circo al intentar apretar la llave, que cayera el agua sobre mis manos y refregarlas al mismo tiempo. Descubrí que si afirmaba la puerta con el codo y apoyaba mis rodillas contra el lavamanos, agachaba mi cabeza y me doblaba en 75 grados sin estirar el codo podría lavarme las manos sin dificultad.

La boliviana seguía durmiendo y el chino había vuelto a quitarse los zapatos.

En un momento ya habíamos llegado, el ecuatoriano se bajó con una caja y su colección de cd, el chino con una sonrisa, la gordita con su móvil sin batería y el colombiano con los audífonos de recuerdo y deseoso de contar la película a su amada que lo esperaba. Ahh la boliviana despertó, se arreglo un poco el pelo con sus manos, paso sus dedos por sus ojos, bostezó y se bajo.

3 comentarios:

cmcgato dijo...

Parece que los buses de por allá tienen las mismas características de los chilenos, calefeccion fuerte y baños para contorsionistas, jaja

Oye, no tengo nada contra los tigres del norte, sólo que no es un grupo que suene mucho en Chile que digamos

Saludos

RCB dijo...

La prohibición de quitarse los zapatos la deberían imponer en Alemania en los trenes y creo que tb en algunos aviones .... y algunas personas que se ven tan arregladitas y dejan el medio ...
Cánto toma el viaje Barcelona - Madrid, son como 500 km o más?
Saludos

OSORIO dijo...

Así es casi 500 kilómetros, como el trayecto Santiago , Coquimbo, pero sin Los Vilos ni olor a mar.