miércoles, 14 de octubre de 2009

El día que te deje marchar

Lo hermoso de sentirse amado, querido, respetado. Compañero.
La frustración de no poder corresponderlo, por no sentir, por no poder, por no saber.
Aún así, todos estos episodios dramáticos crean en mi un sentimiento de normalidad, de saber que soy real y que se me ha dejado, llorar, sentir, sonreír, frustrarme y esperanzarme. Los niños con las manos atadas no pueden pintar, ni jugar ni equivocarse.
Tuve años mis manos atadas y puedo decir que es mejor pintar, aún manchando la pared, que no haberlo hecho nunca. Es mejor haber amado una vez , al menos, que no haber amado jamás.

El día, en que después de seis meses te dejé marchar

1 comentario:

Anónimo dijo...

Eres el mismo.
:-)