miércoles, 28 de octubre de 2009

Dos mecheros por un euro


Creí que diría algo, pero no, ella guardó silencio. Movió ligeramente la cabeza de un lado al otro, con amargura, yo que estaba sentado frente a ella, la miré y encontré sus ojos con complicidad. No solo nosotros, sino todo el vagón del metro de la línea roja sentimos lo mismo. Decepción sin saber dirigirla y preocupación.

El inmigrante vendía mecheros a dos por un euro y entró en una discusión con otro, español, en estado de plenitud laboral que según el pedía dinero porque no tenia que comer y prefería esto a robar. La discusión se centro en quien había subido al carro primero a pedir dinero. El inmigrante cedió y guardo sus mecheros.

Había visto a gente pedir en el metro, cosa que se hace cada vez más frecuente, pero nunca a dos a la vez, ni menos que se pelearan por una moneda.

No es extraño y mientras abundan las noticias por corrupción, España soporta a cuatro millones y medio de personas sin empleo y a un millón de familias sin ningún miembro trabajando.

Desafortunadamente no necesito mecheros.

2 comentarios:

Juan José Aguirre dijo...

Un código no escrito obliga a que sólo un mendigo, pedigüeño, músico ambulante, etc. ejerza su oficio en el vagón del metro. De no ser así, ambos reclaman su prioridad con la misma fuerza que se defiende la propiedad privada. Son pobres, pero impregnados del espíritu capitalista de la sociedad.

manena dijo...

Me parece que simplemente cada uno defiende su trozo de pan.