Cocinamos un pollo al horno con un "arrocito" para cenar. Limón marinado, cúrcuma, comino y otros áromas del mercado. Al terminar la cocción, el pollo no "nadaba" en la grasa de los pollos de supermercados del primer mundo. En el mercado de Casablanca no hay bandejas ni fechas de caducidad.
Los pollo están vivos , los elegimos guiñando un ojo. Lo que sucede en los siguientes cinco minutos prefiero no contarlo y recomiendo cerrar los ojos a las mentes sensibles. Solo puedo testificar que el bote azul rojizo donde se ponían los pollos elegidos se movía y bastante, pese a que el ave de nuestra cena ya no tenia cabeza.
Había estado en Marruecos hace casi siete años en la ruta de un viaje relámpago hacia Gambia. Sin el tiempo de caminar por sus calles. Sin tiempo de hacerse experto en cruzar las avenidas de Marruecos en seis días, sin el tiempo de beber zumos hasta el cansancio. Cuarenta céntimos de euros un zumo de naranja recién exprimido en pleno centro de Marrakech. La fruta abunda y si señor, un marroquí se río de nosotros por sacar una foto a un carruaje de mandarinas imperfectas.
Inauguré este 2015 con mi nuevo pasaporte español, que aún así se chiva que soy de origen chileno. Nuevito, sin puntas dobladas, sin timbre alguno. Un policía marroquí le puso un timbre oficial y otro extra oficial con sus dedos salados producto de su merienda de pipas de calabaza. "Chile " seguido de un "Alexis Sanchéz" fue la confirmación del policía de que no había problemas de ingreso. Los fuet y los chorizos que llevaba en mi maleta no fueron impedimento. Antes la policía solía decirme "Iván Zamorano" o " Marcelo Salas". Ahora vivo en otra generación y me tratan de señor. ¡Al menos ya no me recuerdan a Pinochet!
Mi hermana me lo advirtió: no es fácil cruzar las calles de Marruecos. Es un constante jugar al tetris y siempre está ese puntito de cerrar los ojos y decir "que sea lo que dios quiera", o lo que "Ala, quiera" en este caso. Al final te queda gustando y es vivir en carne propia cosas que antes solo podías vivir en los video-juegos.
Hay cosas curiosas y que aún busco respuesta, como la costumbre perezosa de dar una botella de agua pequeña cada vez que pides un café expreso. Quizás imitando de alguna manera el vaso de soda que suelen dar en algunos países. Tampoco encontré respuesta a como nadie se caía de las motos, motos montadas de tres o cuatro personas, un casco para el conductor como mucho. "Como chucha no se caen", repetí hasta el cansancio.
Punto destacado : la gente que nos atendió fue bastante agradable: el carnicero y el del museo contemporáneo de Rabat compiten por la mejor atención al cliente de todos los tiempos.
Punto insoportable: el regateo, mi vida no nació para regatear artesanía en los mercados, me sobrepasa.
Lo peor: Los gin tonic. Doy fe, no solo en el barrio Bellavista de Santiago de Chile no saben hacer un sencillo gin-tonic. En un bar "guay" de una nocturna Casablanca, tampoco.
Lo mejor: la existencia del pequeño comercio en los alimentos. Aunque existen, no vi supermercados. Es tan a pequeña escala, que ves a gente exclusivamente vender azafrán o cabezas de ajo.
Marruecos es un estado monárquico constitucional con un rey con amplios poderes según nos contaron, me sorprendió bastante la devoción que le tienen . Vi más imágenes de él ,que de coca-colas por ejemplo . Y a pesar de que el 98 % de la población de confiesa Islámica aboga bastante por las libertades individuales. Compramos vino y cerveza sin problemas aunque cargado de impuestos y a un precio elevado. La mujeres no son necesariamente mal vistas si visten sin turbante y cosas por el estilo.
Brutales, los calamares "a la andaluza" y el pescado frito del mercado nocturno de Marrakech. Una ensaladita marroquí que hace inevitable no recordar el "pebre" chileno .Cenamos tres por ocho euros.¡ Irresistible no regresar!
1 comentario:
Me encanta este pequeno reportaje ..fantastico eres muy nitido cuando escribes no lo dejes de hacer nunca ...parece que sentia los olores y las comidas ..como si estuviera alli ...te felicito.
la mama negra
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