Si te escondes toda la vida, terminarás por no conocerte nunca.
Cuando eras adolescente fuiste capaz de saber que eras distinto, ciertas cosas te hacían tener una personalidad especial.
Luego te entretuviste y con la distracción juvenil, pensaste que todo estaría bien. Que mantener aquello en una caja secreta y perder la llave sería la clave para que todo el mundo lo olvidara.
Incluso tú
No fue así y aún intentaste esconderte
Pero eras tú
Y ahora a pesar de que nunca lo quisiste, vuelves al inicio, a volver a plantearte las cosas, a volver a buscar. A volver a pensar si vale la pena. A volver a inquietarte por saber que es lo que realmente espera Dios de ti.
Pero ahora es diferente, deseas conocerte.
Y no quieres esconderte.
domingo, 27 de junio de 2010
martes, 15 de junio de 2010
Santiago en cien palabras
Clemente y su sonrisa
Al bajarme de la micro y luego de un día agotador, regresé a casa caminando lentamente. Agobiado.
Atrás de un buzón veo a un niño, de unos ocho años. Me sorprende, está escondido. Al mirarlo me sonríe, haciéndome cómplice de su juego. Me recordó mis travesuras de pequeño. “Un…dos...tres por Clemente que está detrás del buzón” grita otro niño con entusiasmo.
Si no lo miro, no lo pillan, sino sonríe tampoco. A Clemente, mi vecino, no le importó que lo encontraran. Regresé a casa con una sonrisa.
Un…dos …tres por Clemente y todos sus compañeros.
Al bajarme de la micro y luego de un día agotador, regresé a casa caminando lentamente. Agobiado.
Atrás de un buzón veo a un niño, de unos ocho años. Me sorprende, está escondido. Al mirarlo me sonríe, haciéndome cómplice de su juego. Me recordó mis travesuras de pequeño. “Un…dos...tres por Clemente que está detrás del buzón” grita otro niño con entusiasmo.
Si no lo miro, no lo pillan, sino sonríe tampoco. A Clemente, mi vecino, no le importó que lo encontraran. Regresé a casa con una sonrisa.
Un…dos …tres por Clemente y todos sus compañeros.
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