domingo, 25 de febrero de 2007

Cinco días, cuatro noches en Buenos Aires







A minutos de la una de la madrugada. En calle corrientes, pleno centro de la capital argentina. Después de comer un par de porciones de fugazetta y una Quilmes de tres cuartos, heladita. Hasta incluso los vasos. Comentábamos aún las risas de “que noche Bariloche!” un espectáculo teatral al que asistimos cuando entramos a la librería.
Y nos sorprendió. Yo conté a diecisiete personas que al inicio de la madrugada buscaban libros. Diecinueve con nosotros.

Ir a Buenos Aires es una experiencia altamente recomendable. Una cuidad con aire Europeo, donde a veces me dio la sensación de caminar por Barcelona o el centro de Madrid. Palabras como “locutorio”, la forma de contar los pisos en los departamentos, kioscos repletos de libros y revistas, gente de personalidad extrovertida, arquitecturas y colores, e incluso el calendario del campeonato de fútbol, la hacen ser, vía el atlántico una cuidad cercana al viejo mundo.

Para los chilenos el cambio nos acomoda. Viajamos por 50 mil pesos cada uno (70 euros), Incluyendo los 18 dólares de tasa de embarque que hay que pagar en el aeropuerto de Ezeiza (el único lugar que he visitado donde no es posible incluir este impuesto en los billetes de avión). El alojamiento y las comidas son aún más cómodos en precio. No es descabellado viajar Santiago- Buenos Aires por un fin de semana largo por ejemplo.

En nuestros días abundaron maratónicas caminatas, el parque zoológico, el estadio de Boca Juniors, caminitos, pizzas, bifes de chorizo y cada una de las librerías y disquerías que encontramos.
Abundaban como las farmacias en Santiago!

Sentimos también la pobreza, extrema incluso. La gente nos pedía dinero en abundancia y las prostitutas ofrecían minutos de placer por dos luquitas (3 euros). Nos sorprendió y vimos excesivo comercio menor en el subte (el metro de Buenos Aires). Personas vendiendo bolígrafos, encendedores y entregando calendarios con tu signo zodiacal a cambio de una moneda generosa.






La otra cara, fue estar en Puerto Madero. Llegué vestido de pantalón corto y camiseta sin mangas (el calor y la humedad lo ameritaban). Al entrar a un restaurant, me recibieron con cara de sorpresa, como diciendo ¿Qué hace usted aquí? Descubrieron con rapidez que no tenía aire escandinavo, ni británico sino solamente sudamericano. Solo se me ocurrió decir “quiero comer”, cosa que hasta el día de hoy me causa gracia, fue como pedir disculpas. Vi solo turistas, solo una familia argentina. Preferí sentarme en la terraza y no en el comedor.
Quise ver solo el lado izquierdo de la carta con la casi seguridad que la cuenta no sería un despropósito. Me di la vida del oso por un par de horas.




Los chilenos solemos afirmar con una seguridad impresionante lo desagradable de la personalidad de los argentinos. Los argentinos son prepotentes y engreídos escuchará usted decir a más de la mitad de los chilenos. Creo que es una opinión sesgada y que no corresponde con la realidad.
Nos encontramos con gente agradable, amistosa y si nos quedamos más tiempo, diría incluso cariñosa.


Las horas pasaron rápido .Fue un acierto visitar Buenos Aires, dentro de mi visita a Chile. Mi segunda visita a Argentina, espero no la última.

2 comentarios:

RCB dijo...

La ciudad es impresionante desde todo punto de vista. A mi también me gusta mucho y su gente también. Saludos

cmcgato dijo...

No conozco Bs As, pero es uno de los sitios en que me gustaría estar alguna vez. Algo tiene que me llama la atención, aparte de los cada vez menos convenientes precios de los pasajes y estadía por allá. En resumen, es un destino bastante tentador, no sería tan loco una escapada alguna vez, buena reseña, interesante, me gustaron los efectos de fotos, lo analizaré con mi editor:D

Saludos!