miércoles, 29 de noviembre de 2006
Cuatro hermanos
Erasé una vez cuatro hermanos. Nacidos en Chile todos. Tres hombres que vinieron al mundo en 5 años y una niña luego de diez. La llamaron chiquita por cariño.
Hubo un tiempo que todos vivían juntos como familia junto a su madre, en La Florida.
Así pasaron desde el término de la juventud hasta el comienzo de la adultez joven en el caso de los hombres, de niña a adolescente en la menor.
Pero el más grande se fue, luego el segundo partio, la niña y finalmente la madre A diferentes rumbos. Solo quedó en casa el menor que escribe este blog.
Y desde aquello nunca más habían estado todos juntos, compartiendo alegrías y sonrisas.
Pero años después. De improviso. Casi de sorpresa. Se reunieron en tierras extrañas.
Y se dieron cuenta que siempre habían estado juntos en alegrías y sonrisas. En afecto. En recuerdos, pero sobre todo como parte diaria de la vida. En pensamientos.
A mi hermano Cristóbal. Que permitió múltiples sonrisas en cada uno de nosotros.
Otras fotos de la visita de mi hermano a Barcelona aquí
sábado, 25 de noviembre de 2006
Celulares
Una adolescente Colombiana va al encuentro de su madre “mi padre me hecho de la casa” le dice a una amiga con risas por su teléfono móvil “no se porque, pero ya estoy aburrida de Madrid y me voy con mi madre a Barcelona”, continúa con entusiasmo “es que… no hago nada en la casa, no me gusta limpiar” finalmente confiesa.
En las sucesivas llamadas no solo descubro que no hace nada en la casa, sino que no hace nada en su vida. Al “colgar” el móvil con tarjeta de prepago apoya una mano en su mentón, sus labios hacia fuera casi a punto de llorar y con la mirada perdida intenta ver alguna luz por la carretera a través de la ventana. Ya era de noche.
Delante de mí una pareja de desconocidos conversa con especial entusiasmo.
Un marroquí sin bañarse habla especialmente fuerte justo atrás de mí. Solo entiendo cuando dice “vale-vale-vale”
Un catalán de veinticinco años, está sin trabajo, vive con dos amigos, se encontrará con su novia a las 11 y lee un libro de Descartes en catalán. Intenta dormir aunque es bien difícil. Cuando se recuesta hacia un lado me estorba un poco.
Yo lo intenté -el dormir digo- pero los viajes en bus no son como antes, ahora los móviles suenan por doquier, y no es que sea copuchento
Los desconocidos que iban delante de mi ya no son tal, veo entre asientos un traspaso de números telefónicos junto a sonrisas sospechosas.
La colombiana sigue triste.
El catalán terminó su viaje sin decirme “adeu”
Del Marroquí nunca más supe.
Y yo, completé mi viaje de regreso, luego de estar por sexta vez en Madrid. Mi primera vez en un día histórico. 1 de enero del 2002, cuando se vieron los primeros euros. La última vez, la semana pasada en un día normal.
viernes, 3 de noviembre de 2006
Comienza el invierno
Apenas las seis de la tarde y ya es de noche en Barcelona. Incluso ,cerca de las cuatro pm y a pesar del sol brillante , comenzó a hacer frío que se atreve a recordarnos que las bufandas deben salir de los armarios y desempolvarse.
Honestamente no tengo muchos deseos de comenzar el invierno en noviembre. Los días cortos hacen irse a la cama pronto, cuando en el sur la luz solar se prolonga. La leche con cola-cao debe ahora tomarse caliente y las ensaladas escasean en las neveras.
Hoy en el corte inglés vi unos guantes para evitar las manos heladas , eran bonitos pero los dejé en el mismo lugar donde los encontré. Sigo usando los de patronato y viendo de lejos los de Hugo Boss.
“Chilenos todos”, cuando sientan un calor insoportable, cuando tengan deseos irresistibles de comerse un chocopanda o una mineral heladita de esas que venden en los semáforos rojos, acuérdense de este chileno que empieza a sentir frío.
Honestamente no tengo muchos deseos de comenzar el invierno en noviembre. Los días cortos hacen irse a la cama pronto, cuando en el sur la luz solar se prolonga. La leche con cola-cao debe ahora tomarse caliente y las ensaladas escasean en las neveras.
Hoy en el corte inglés vi unos guantes para evitar las manos heladas , eran bonitos pero los dejé en el mismo lugar donde los encontré. Sigo usando los de patronato y viendo de lejos los de Hugo Boss.
“Chilenos todos”, cuando sientan un calor insoportable, cuando tengan deseos irresistibles de comerse un chocopanda o una mineral heladita de esas que venden en los semáforos rojos, acuérdense de este chileno que empieza a sentir frío.
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