
Erasé una vez cuatro hermanos. Nacidos en Chile todos. Tres hombres que vinieron al mundo en 5 años y una niña luego de diez. La llamaron chiquita por cariño.
Hubo un tiempo que todos vivían juntos como familia junto a su madre, en La Florida.
Así pasaron desde el término de la juventud hasta el comienzo de la adultez joven en el caso de los hombres, de niña a adolescente en la menor.
Pero el más grande se fue, luego el segundo partio, la niña y finalmente la madre A diferentes rumbos. Solo quedó en casa el menor que escribe este blog.
Y desde aquello nunca más habían estado todos juntos, compartiendo alegrías y sonrisas.
Pero años después. De improviso. Casi de sorpresa. Se reunieron en tierras extrañas.
Y se dieron cuenta que siempre habían estado juntos en alegrías y sonrisas. En afecto. En recuerdos, pero sobre todo como parte diaria de la vida. En pensamientos.
A mi hermano Cristóbal. Que permitió múltiples sonrisas en cada uno de nosotros.
Otras fotos de la visita de mi hermano a Barcelona aquí