“Nos vamos a llegar bien, ves que somos del caribe” me dijo Salomón con acento dominicano. “ Salomón, Chile no queda en el caribe” Aclaré. “Ah ¿ no?” respondió con desilusión abriendo sus ojos y extendiendo sus manos, como pidiendo una explicación.
¿Tienes un boli? Le digo.
Salomón es un hombre de unos 35 años, dominicano o de la República a secas como dicen aquí. Padre de dos hijos. Una niña y un niño, sonríe con nostalgia al hablar de ellos. Vive solo en España, hace solo unos meses y ha dejado a su mujer embarazada en su país. Sigue fiel a ella como le dice a las camareras del restaurant que lo ponen a prueba.
Ex Adventista según confiesa, noble por la naturaleza, ingenuo, humilde. Trabaja en cocina hace tiempo, y aunque no sabe donde esta Chile ni escribir cebolla correctamente, es trabajador y utiliza correctamente un instrumento inventado por el chef Ferrà Adria, considerado por estos días de los mejores del mundo.
“Aquí encontré un boli Claudio” Yo tomo una servilleta y le dibujo un mapa, indicándole donde está Republica dominicana y donde está Chile. Al enterarse que en Chile es verano le pregunto donde hay un huevo. Intento explicarle el movimiento de rotación y de traslación de la tierra. “Interesante” fue su conclusión, haciendo brillar su incisivo diente de oro. Luego por el otro lado de la servilleta el me explica la relación de su país con la Republica de Haití.
Pasé 18 horas con Salomón, cocinando, hablando de Geografía, de Política y de religión. El chef lo regañaba como a un niño travieso. El hacía caso siempre sonriendo.
Al despedirme le brillaron los ojos a Salomón, me pidió mi número de teléfono y junto a un abrazo me deseo suerte. “Nos hubiésemos llevado bien”, fue su despedida.
Y eso que yo no soy del caribe.
1 comentario:
Las historias de inmigrantes que trabajan en restauranes son a veces casi tan sabrosas como la misma comida que cocinan. Yo lo viví en Londres, donde compartí un tiempo con polacos, rusos, letones, espanoles, portugueses, italianos, ecuatorianos y serbocroatas, si no se me queda nadie fuera. Fue increible.
Publicar un comentario