Aún siendo chileno, me sorprendo con frecuencia la capacidad, debido al aprendizaje de los chilenos a revertir la furia de la naturaleza. Puede parecer un lugar común, pero recuerdo desde niño, desde mi primer emblemático terremoto, un sinfín de otros sucesos : desbordamiento de ríos, un volcán disgustado, inundaciones y temblores surtidos. El chileno está acostumbrado.Y si el acontecimiento viene desde el sur, la ayuda viene desde el norte y a la inversa. Cada compatriota sabe muy bien lo que significan las palabras “Chile ayuda a Chile”, y aunque agradecemos la ayuda del extranjero, no nos quedamos esperando con lágrimas en los ojos que esta llegue. La solidaridad parte por casa.
El último terremoto y las más de 200 réplicas sucesivas, las viví en mi país. Recibí numerosas muestras de preocupación, de amigos, familiares , ex amigos e incluso desconocidos. Pero créanme que mi único sufrimiento fue perder un billete de avión, cosa que fui incapaz de reclamar luego de ver tanto dolor intenso. ¿Con que cara me plantaba pedir algo cuando compatriotas se quedaron solo con lo puesto? Más que ello sentí agradecimiento, no a Dios porque eso significaría culparle de lo otro. Agradecimiento a la buena fortuna tal vez.
Regreso a España y la gente escandalizada porque están tres días sin electricidad, producto de las nevazones. Nadie quiere sufrir ,eso es verdad, pero hay a quienes les toca más drásticamente.
Y a los chilenos como nación nos toca seguido. Será por aquello que cuando escuchamos !Fuerza Chilenos! Se me pone la piel de gallina, me da un escalofrío y se me humedecen los ojos.
En la foto, mi amigo con quien pase este último terremoto, aunque lo vivimos leve porque estabamos lejos del epicentro. Más tarde el ofreció lo mejor de si, lo más valioso : su tiempo, sus manos y su sonrisa . Iniciando la reconstrucción de Chile
