lunes, 14 de enero de 2008
Once mil seiscientos veinticinco
Once mil seiscientos veinticinco, en kilómetros, es la distancia entre Santiago de Chile y París. Al menos así es indicado en la imponente Torre Eiffel. No es porque el ingeniero Eiffel tenga especial vinculación a Chile por el diseño de la Estación Central de Santiago o por el Viaducto Malleco, en su tiempo el puente ferroviario más alto del mundo.Sino porque en lo más alto de la torre Eiffel aparecen luminosas distancias hasta los lugares importantes del mundo.
Los tonos nublados y el frío de París, nos hizo pensar en arrepentirnos de haber ido en pleno invierno. Al pasar las horas y luego de numerosas calles caminadas, el arrepentimiento no era tal y nuestra piel se fue acostumbrando, al frío de París y a lo formal de la gente francesa que acompañaban nuestra ruta junto a silenciosos turistas japoneses y algunos foráneos europeos.
Sin dejar de sorprendernos, redescubrimos la opulencia de la iglesia romana de antaño, en las catedrales luminosas.
Por las calles el suelo era húmedo y quitandonos los guantes de las manos disfrutamos de un croissant y una baguette con mantequilla, de los majestuosos cafés con leche de la mañana, con un par de cubos de azúcar y de los expresos a medio camino.
Todo era caro en París, salvo los libros. Impecables. Impulsaban nuestro deseos a traernos varios, lastimosamente y como era de esperar, no estaban en Español.
Caminamos 14 horas por tres días y aún nos quedo espacio y deseos de seguir explorando y descubriendo los rayos solares que aparecían tímidos en París.
Paris 2008
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