Al finalizar el servicio del día,cerca de la medianoche, un hombre baja a la cocina. Me apresuro en salir intuyendo que está perdido y busca el baño. En mi restringido inglés, le doy las indicaciones. De aspecto británico el hombre rie y me dice que ha comido muy bien. Había venido recomendado y bajaba a la cocina a felicitarnos por el gazpacho y el rape. El es un chef en Irlanda y según sus palabras, aquí en el restaurant había comido "lo mejor de Barcelona". A pesar de su exageración, yo podía recordar el momento que preparé su rape. Ciertamente fue un momento alegre.
Me despedí del hombre con un apretón de manos, sin saber él, que unas horas antes, el mismo día, yo habia entregado mi renuncia al restaurant.